Tuve que aceptar mi muerte para poder separarme. Es decir, pensé que algún día iba a despedirme de la vida, dejaría de vivir, y eso me dolió, pero también me dió el valor para dejar a quien llegué a creer que quería tanto como a mi vida. Hice el duelo de mi vida, y eso me preparó para el duelo de la separación.
«De las muertes, la que más duele es la del amor»
Víctor Hugo.